Todos somos hijos de la diversidad o hemos sido migrantes en la búsqueda de un futuro mejor; todos somos o hemos sido alguna vez disidentes circunstancialmente mal vistos, pero siempre sujetos con dignidad que aportan pluralidad al entorno.
Argentina país joven y en desarrollo, que entre 1880 y 1930 integró a millones de refugiados que huían de la miseria y promovió durante las décadas del 40 y 50 uno de los procesos más notables de inclusión social. Sin embargo, se convirtió en las últimas décadas en una sociedad intolerante, crispada y refractaria a la diversidad. Nuestro conventillo mutó por la villa o el barrio cerrado; el opositor político pasó a ser considerado enemigo y el pobre o migrante en un sospechoso serial.
Superada la dictadura, nuestra democracia -ámbito plural por antonomasia- no logra saldar deudas en materia de pobreza, exclusión y violencia social, mientras el Mundo vive un tiempo de crecimiento económico y reducción de la pobreza, pero al costo de una concentración de riqueza pocas veces vista.
Si bien son tiempos complejos, Argentina tiene una gran oportunidad por delante y desde ACDE somos optimistas y queremos hacer nuestro aporte. Creemos que una sociedad plural que respeta matices y contrastes, dispone de una riqueza mayor que aquellas que descalifican, inhiben o excluyen al que piensa distinto. Creemos que la realidad está mejor representada por la diversidad, y que la imposición de un pensamiento único atenta contra la sustentabilidad de cualquier política pública.